Levántate y Anda

Levántate y anda. Deja la cama donde te duermes con la multitud. Quizá, al caminar por ti mismo, es decir, por lo único verdadero, es decir, por la vida, entonces despierta.

Bendice a todos con tu alegría. Deja la parasitaria tribuna y entra a la cancha a jugar tu partido. Deja de complicarte y complicar.

Detente, y comprobarás que el sentido de la vida está en ella misma. Puedes llamar a cada cosa como quieras, pero todas las cosas, principalmente las que ni vemos ni siquiera sospechamos, conforman este luminoso misterio que llamamos vida.

Muchas son las cosas, pero una la realidad. Ábrete, anímate. Aprende de todo, pero ante todo de ti mismo.

Concéntrate en esto y te iluminará, y esa serena alegría te llevará a un estadio, un estadio siempre en ascenso: espiritual, intelectual y material, cantando, bailando y amando.

La alegría te hace sabio, no las preguntas. ¿Desde cuándo la obra tiene derecho a preguntar al creador?

Solo hace falta que te des cuenta de que eres parte del universo. Entonces será para ti y para los demás una constante inspiración, libre de todo lo que la vida. Entonces tu vivir será un arte, y en lo más profundo de ti está la raíz de tanta belleza.

Solo a partir de ti cada acto puede ser una totalidad. Por eso no pidas más, vive más. Ese es el secreto de la riqueza.

Por eso no debes seguir a nadie como un huérfano, sino seguirte como un hombre. Entonces comprenderás que para vivir mejor hay que ser mejor.

Vacíate constantemente, atento al momento. Entonces las novedades serán constantes, es decir, te enriquecerás constantemente. Entonces tu espíritu volará.

Vacíate de pasado y te llenarás de presente, siempre rico cuando lo vives sin preconceptos. En el pasado te encierras con lo muerto; es una muralla que te separa de lo vivo.

Vacíate de pasado y volverás a ser un niño, es decir, un ser abierto a todo, receptivo y, por lo tanto, en un constante juego.

Y el niño está liviano porque está libre de recuerdos y experiencias, porque no sabe nada, por eso goza todo, por eso todo lo excita, lo asombra. Como el viejo, no puede moverse porque sabe demasiado, porque recuerda demasiado, porque sus experiencias lo encadenan a preconceptos que lo privan de las novedades.

Entonces no hay presente, por lo tanto, no hay vida, porque la vida está en el ahora mismo. Las viejas voces de tu interior no te dejan oír las voces nuevas que te llegan del exterior, en el presente, que es todo lo que hay.

Y solo cuando hay silencio interior se pueden oír las voces del exterior. Solo en la quietud se puede sentir al eterno movimiento que nos rodea.

Solo en la quietud comprobarás que la hierba, es decir, la vida, crece constantemente, y tú eres parte de esa evolución, aunque no hagas nada. Y solo tienes que entregarte para tener conciencia de este hacer sin hacedor. Entonces te refrescará la espontaneidad.

El ego es el pasado, por eso es viejo y hace que todo te sea pesado. El ego es la memoria de lo que ya no es, por eso te priva de la espontaneidad, es decir, de la audacia, es decir, del niño.

El ego te hace sentir la ilusión suicida de que eres algo aparte, es decir, te ciega. Por eso te enfría y en ese estado sufres la soledad en lugar de gozarla. Y cuanto más sepas, más paralizado estarás.

No vivirás, solo responderás desde tu conocimiento, es decir, mecánicamente. Y responderás solo al que tienes enfrente, no a la vida, y solo por la razón, no por la claridad.

Tranquilízate, sálvate de planear, porque la vida te llevará a donde te tenga que llevar. La vida que tiene sentido en sí misma, por eso no tiene por qué coincidir con tus conclusiones.

La vida sobre la que no tienes derecho porque le perteneces. La vida que solo es inexplicable para los que creen que saben; que solo es confusa para los que se confunden con las explicaciones que te alejan de la vida, que es acción constante, por lo tanto, inapresable, sorpresiva, excitante.

Los eruditos tienen todas las respuestas, pero no les sirven porque la vida es dinámica, por eso constantemente cambia las preguntas. Por eso hay que detenerse y quedarse en silencio para poder entrar en su acción, o, como dice el taoísmo, el no hacer es el único capaz de hacer todas las cosas.

Libérate de la periferia donde muchos reaccionan y pocos accionan. Reaccionar es mecánico, compulsivo, y accionar es un movimiento gracioso, fácil, natural.

Libérate del entorno donde señorea la obligación, no el amor, donde todos manipulan, por lo tanto, son manipulados, donde cualquiera enciende y apaga a cualquiera.

Los críticos no me llegan con sus halagos o dudas, porque hace muchos años que estoy a salvo de las manipulaciones de los otros, solo atento a lo que soy, es decir, a lo que amo, que es lo que hago. Por lo tanto, tampoco existen para mí el éxito y el fracaso, por eso me ves tan liviano y tranquilo.

Mantén la distancia y nada te afectará, nada te desviará de tu camino, ni los golpes ni los aplausos. Tu ser debe ser la medida de lo que haces.

Haz agua donde muere el fuego que te tiran, y tu tranquilidad transformará en flores las espinas que ponen en tu camino. Y esto sucederá espontáneamente, naturalmente.

Contempla primero, pero para actuar después. Esto es cerrar el círculo que es cada instante, y hay que cerrarlo para poder pasar al próximo. Siempre estamos saliendo de un útero para entrar a otro mayor, pero tómalo con tranquilidad porque transitamos la eternidad y el infinito.

Y en la eternidad siempre estamos comenzando y en un infinito podemos tomar cualquier dirección. Ahora mismo puedes cambiar hasta tu nombre.

Es más, ya que no te sientes bien, cámbialo todo y empieza de nuevo ahora mismo, sin perder un solo segundo con el pasado ni un solo instante planeando el futuro, y menos haciéndote cargo de nadie.

No olvides que solo eres responsable de ti mismo, por eso todo lo que hagas fuera de ti es una fuga.

Desnúdate como Francisco, entonces comprobarás que solo necesitas lo que te fue dado al nacer. La vida sabe lo que hace, sabe lo que necesitaremos para vivirla. Entonces lo mejor es dejarse llevar por ella, que nos habla a través de todo, que es amor.

Por eso alcanzamos la felicidad cuando escuchamos al corazón antes que intervenga la cabeza. Y no le tengas miedo a la riqueza porque eres naturalmente rico.

No olvides que tienes corazón, cerebro, alma, espíritu y un planeta lleno de maravillas alrededor tuyo, desde la flora a la fauna. Y no permitas que lo artificial te distraiga de lo esencial.

Aprende de todas las escuelas, pero no te quedes sin ninguna, porque la meta es llegar a ti mismo.

Presta atención a todo sin involucrarte, porque nada puede ser trivial, porque todo es parte del gran dios Universo.

Junta tus pedazos y ponte de pie, y para esto tienes que apartarte de todo lo que divida, de lo que te empobrece.

Recuerda que el poder y sus responsabilidades, que el prestigio y sus deberes, los pulverizará la muerte en un instante. La muerte que no nos deja olvidar que estamos de paso, que la vida es solo una noche que pasamos en una posada, que está a la vera del camino.

Por eso no renuncies a nada que esté vivo para celebrarlo todo: desde los ríos a las bibliotecas, desde los desiertos, que son monasterios naturales, a los museos.

Y si la palabra “adiós” no termina de convencerte, llama a “existencia” al dedo que aprieta el botón para que el universo entre en funcionamiento.

Y cuando escuches la palabra “religioso” recuerda que religioso es el hombre que afirma la vida. Y el hombre que está vivo es alegre, tiene sentido del humor, porque sabe que la vida es un maravilloso juego donde no hay huérfanos, porque todos tenemos un padre en el universo y una madre en la tierra.

Por eso no hay más alta religión que la que nos hace sentir la música de la existencia, nunca tan clara como en el arte, que te da la chance de transformar lo más bajo en lo más elevado, y sacar flores del fango, de transformar a la carne en espíritu. Por eso el arte es sublime.

Pero no olvides que no naciste para otro, que no tienes que hacerte cargo de nadie, y nadie puede decirte cómo debes ser, porque solo puedes ser responsable de ti.

Y solo cuando te amas puedes tener amor para los demás. Pero nadie puede exigir tu amor, ni puedes exigírselo a nadie, porque nadie puede ser esclavo de nadie ni debe. Aunque esté con muchos, cada grano de arroz debe mantener su individualidad.

Háblale a cualquier parte de tu cuerpo y te escuchará, como te escuchan las plantas y los animales. Sienten tu amistad. Piensa con benevolencia en tu parte tensa y se aflojará. Y esto puedes hacerlo hasta con tu mente, pero solo después de haberlo hecho con todo tu cuerpo, porque todo debe seguir un orden.

También el ego es una ilusión que puedes hacer desaparecer, principalmente cuando duermes sin soñar, lo que se consigue cuando no dejaste nada por hacer en la vigilia, es decir, cuando fuiste honesto y respetuoso contigo mismo.

Por ejemplo, cuando hiciste el amor como se debe, es decir, como una alegre ceremonia, porque hacer el amor es subir a un estadio sagrado, por eso tu cuarto se transforma en un templo donde todo es liviano y no existe el tiempo, donde un juego sublime nos purifica, como nos purifica el silencio en la meditación.

La posición del loto es la más propicia para entrar en la meditación y la preferida de los monjes budistas para esperar a la muerte, a la que, si entramos despiertos, renaceremos conscientes. Es más, hasta podemos elegir el cuerpo donde reencarnar.

Pero hagas lo que hagas, si tu cuerpo, tu mente y tu alma están armonizadas, aparecerá un cuarto elemento: entrarás en la saludable meditación, aunque los que te rodean crean que solo estás corriendo, nadando o bailando.

Escucha tu reloj biológico, entonces comerás y dormirás en el momento exacto, no cuando lo decidan los demás. Escucha a la naturaleza y sabrás lo que tienes que hacer o cuándo y para qué debes detenerte.

Pero ante todo escucha a tu corazón, porque él sabe lo que hay que hacer, porque la vida es amor, del que nadie sabe tanto como el corazón. El sentido de la vida es ella misma, y solo se puede vivir cuando uno está en plenitud, es decir, cuando uno es dueño de uno mismo, que es la única propiedad posible y saludable.

Vive el momento, entonces todo momento será una celebración sin objetivos ni metas que te turban con ansiedades que te enferman, porque te distraen del presente, que te hacen perder el tiempo con el futuro, que nunca alcanzarás, es decir, que es una ilusión más, es decir, un lento suicidio.

Como el pasado, son solo ecos que enferman a tu memoria, que te encadenan a lo que ya no es. Este momento es la única verdad, y vivirlo te alivia, te purifica, te cura, te fortalece, es decir, te alegra.

Y la alegría te devuelve la inocencia, es decir, la divinidad de la que te distrajeron las órdenes culturales, las costumbres que aceptaste sin preguntas.

El universo se está recreando contigo y con todas las cosas, y vamos de instante en instante, al que no pensamos. De lo contrario, no podríamos vivirlo intensamente, como el orgasmo, donde alcanzamos la plenitud porque la mente queda afuera, es decir, porque nos entregamos, porque nos liberamos del ilusorio control.

No te aferres a nada. Deja que lo que se vaya se vaya para siempre y enfréntate al peligro, es decir, vive intensamente. Y la muerte dejará de preocuparte. Recuerda, Merlín: morir es haber nacido.

Y si tu alegría contacta a los que te rodean, entonces eres un artista. Cada uno tiene que encontrar su objetivo, para cada hombre guarda un nuevo camino Dios. No suicidarse siguiendo el rebaño. Y el camino lo inventan tus pasos.

Y cuando llegues a vivir profundamente, no dejarás huellas, como no deja huellas en el aire el vuelo de las aves.

Detente en la meditación y te escucharás, entonces conocerás el sentido de tu vida, es decir, te salvarás de perder siglos, como los que se distrajeron de la luminosa inteligencia que se trata de saber vivir.

La vida es simple, el miedo la complica. Sin él, la plenitud llega naturalmente. Es más, nacemos incluyéndola, como los animales y las plantas, pero la mala educación nos va desviando de tal suerte que de pronto quedamos de espaldas a la vida, a la que terminamos creyendo un castigo, un sacrificio inútil, por cierto, como todo sacrificio.

Hasta llamamos desobedientes a los curiosos. ¿Cómo es posible que la curiosidad que nos hace crecer, que nos llevó a la sabiduría, sea un pecado? ¿Cómo es posible que la ignorancia sea una virtud si estamos hechos a semejanza de Dios?

Adán y Eva no fueron pecadores, sino los primeros revolucionarios, el primer dato de la dignidad humana, porque a partir de su desobediencia llegamos al arte, a la filosofía. De lo contrario, seguiríamos pastando en el Jardín del Edén.

Además, si sucedió lo que sucedió es porque Dios lo quiso, o ¿Dios no es el creador del universo, el autor de todas las historias que suceden en el infinito y la eternidad?

Muchos creen que sufrimos porque estamos condenados, por ello estamos obligados a grandes sacrificios para sobrevivir, para borrar los pecados de las vidas pasadas, como si Dios fuera un juez, no un padre, como si el pasado y el más remoto fuera posible en el presente. Lo malo se paga enseguida, y esa deuda es invento de nuestra conciencia, no de Dios.

Como la mano que meto en el fuego se quema ahora, no mañana. En el mismísimo acto está la recompensa o el castigo. No se puede seguir cargando una cruz dos mil años después. Es la hora de la razón, y la razón de nacer es vivir.

Y solo se puede vivir en plenitud haciendo lo que se ama, para vivir en un constante goce: cantar hasta convertirse en el canto, bailar hasta desaparecer en la danza, hasta convertirse en la danza, encender la hoguera del amor hasta convertirnos en el mismísimo fuego.

El tesoro más grande que llevas dentro es el amor, que te lleva graciosamente de lo humano a lo divino, pero para encontrarlo debes conocerte, y para eso debe ser honesto contigo mismo, y para eso debes estar despierto, atento a la pequeña voz que te llega desde lo más profundo, no a los gritos de la multitud que te rodea, libre de lo que en nombre del amor quieren encadenarte. Hastío a sus tendidas reiteraciones.

Apártate para crecer. Entra en la meditación y te asombrará comprobar todo el amor que contienes, tanto que puedes aggiornar a todo lo que te rodea, porque el amor es vida, expansión, no compromiso ni deber ni obligación, sino celebración. Y toda celebración libera, por eso es imposible que haya amor sin libertad.

Dentro tuyo está la semilla de la que pueden nacer millones de flores. Bach y Mozart son un ejemplo de lo que te digo, como Michelangelo y Picasso, como Neruda y Homero.

Calma tu mente, entonces tu corazón recreará la vida a tu alrededor, tan graciosa como poética. En estado de plenitud, la música y la poesía son todo el tiempo. Es más, aun quieto, bailarás y volarás.

Levántate y anda. Acércate a los sabios y a los valientes, que son siempre nuevos. No seas viejo siguiendo la vieja educación, que por prejuiciosa siempre creó fracasados.

Recuerda que hay muchos caminos, que la vida siempre tiene alternativas, y solo depende de ti animarte a ellas. De todas maneras, no puedes evitar a la vida, como no puedes cambiar a la naturaleza, que por algo te da genitales y te rodea de mujeres como de terremotos.

Y cuando aceptas esto desaparecen las ilusorias y castrantes ideas del bien y del mal. Y si vives naturalmente, crecerás naturalmente, tan naturalmente como decrecerás. Por eso al final no te espera la inhóspita cima de la montaña, sino la paz del valle.

No eres pobre, tienes que aceptarlo. Recuerda lo que te puebla y lo que te rodea. No ilusiones a tu masoquismo, eres un príncipe, no un mendigo. Y deja la culpa de lado, porque no eres responsable ni de uno de los dedos de una de tus manos.

Y no te escapes con la idea del mañana, porque la vida es aquí y ahora mismo. Con tu sufrimiento de hoy estás alimentando tu miedo de mañana, pero no tienes escapatoria. El amor, que es valentía, te rodea.

Deja los caprichosos y grises códigos de lado, porque la única escritura está en la existencia, que es arte, es decir, la verdad de la religión, porque la vida, ante todo, es un hecho estético, belleza que nos lleva a construir, es decir, a ser útiles.

Por eso no hay nada a lo que temer ni nada que venerar, solo el vivir te transforma en un hombre religioso. Vive, entonces te salvarás de ser un amargado insatisfecho.

Eres un maravilloso instrumento, solo tienes que aprender a tocarlo. Eres un poderoso león, no un débil cordero. Eres un hombre, no un ciudadano que depende del Estado, que es una abstracción.

La vida es un verbo, no un nombre. Por eso no es vida, es vivir; por eso no es amor, es amar; por eso no es canción, sino cantar. Escuché en Jerusalén: la oración se transforma en canción, y está en el Cantar de los Cantares.

Algo acabado, definitivo, es algo muerto, y la vida es movimiento constante, por eso no hay punto final. Hay solo etapas, estados o lugares donde descansamos un rato, solo un rato, porque la vida vuelve a empujarnos hacia sus caminos que son infinitos.

El amor es luz, por eso no puede detenerse en las sombras del que no se conoce. ¿Cómo vibrará el amor si no te has visto cuando desborde felicidad? Llegará el amor que exige tierra fértil, porque su deber es alimentar la vida, no entretenernos aburridos.

Exiges que todos sean perfectos, fracaso seguro, porque te exiges la perfección, no la felicidad, que es la que llama al amor que es perfecto en sí mismo. La idea de la perfección ha envenenado a mucha gente desde hace muchos siglos.

Vive aquí y ahora, no pienses en la perfección que siempre es mañana, es decir, nunca. No te distraigas del jardín del ahora mismo, y mañana, es decir, uno de los ahora mismos que vendrán, tendrá flores. Entonces serás fácilmente bello y generoso, como las flores.

Olvida la periferia y entra a tu templo, es decir, a ti mismo. Entonces sabrás quién eres, entonces sabrás qué quieres y para qué.

El amor no es una relación, es una expansión, porque cada uno debe hacerse cargo de sí mismo. Podemos hacer cosas con los demás, pero no hacernos cargo de los demás ni debilitarnos permitiendo que los demás se ocupen de uno. Tu vida está en tus manos. Tú decides ser feliz o infeliz, decisión que seguramente influenciará a los demás.

Si vas a hacer tus raíces, que es tu genealogía, a tu vuelo, que es tu conciencia, siempre darás amor, porque ya hiciste de ti un hombre libre y feliz. Pero, ¿qué podrías dar si no te diste nada? Y que no haya flores en tu jardín confirma que todavía no llegaste a la primavera.

No escapes de la soledad, porque por ella te conocerás. Es más, te guste o no, después de cada experiencia volverá, y es el mejor espejo para el que sabe quién eres, algo grande al que no engañarán tus pequeñeces.

Y la soledad no es triste, es profunda, porque te lleva al centro de tu ser, al que muy pocos se animan. La soledad, el único estado en el que puedes sentir la totalidad de la libertad. La soledad, cuya consecuencia es el verdadero amor que no es posesivo, como la meditación, aparece sin esfuerzo.

No escapes de tu reino, que es la soledad, no dejes tu mayor tesoro. Entonces no dependerás de nadie y podrás beneficiar a cualquiera.

Relájate: es el primer paso para el vuelo, el paso anterior a la iluminación. Y comienza a relajarte desde la superficie, porque ahí es donde estás. Después relaja tus reacciones, tus actitudes, cada vez más lento, hasta llegar a la quietud, pero hazlo tranquilo, sin prisa, porque tienes a la eternidad por delante.

Lo que no has vivido no te dejará en paz hasta que lo vivas. Es más, cada día será más pesado, y lo no vivido te hace temer lo que vendrá. Por eso tu presente es un insoportable conflicto.

Detente y mira: toda la existencia baila alrededor tuyo, y puede bailar porque está relajada, por eso el universo se expande constantemente. Piensa que naciste para vivir, algo que nadie puede hacer por ti.

Entonces, ¿cómo puedes perder este tiempo precioso abandonándote, complicándote con los demás? Y si tomas conciencia de esto, comenzarás a relajarte solo hasta caminar más lento.

Entonces verás más y te escucharán todas las partes de tu cuerpo, al que ya no volverás a reprimir, es decir, a empobrecer y enfermar.

Si dices lo que nunca tienes más que decir, hasta lo que no tiene sentido, comenzarás a sacar la basura que la sociedad te metió en la cabeza. Entonces comenzará el silencio en ella, lo que quiere decir que vivirás cada cosa y cada acto como por primera vez, como el más pequeño de los niños.

Y para esto solo tienes que estar atento a lo que sucede dentro tuyo, como estás atento al tránsito de automóviles antes de cruzar una calle, es decir, solo tienes que dejar la inconsciencia para entrar en la conciencia.

Ningún esfuerzo, solo relajarse para llegar a la iluminación, que es una silenciosa y constante lluvia de flores. Y la iluminación llega sola, como el amor, pero para eso debes estar siempre atento, es decir, libre de todo lo que no sea tú mismo, consciente de lo que te sucede sin buscar, porque la búsqueda te pone tenso, atento a una sola cosa, lo que trae ansiedad que aleja la iluminación.

Debes estar tan relajado que los demás piensen que no estás. Y en ese silencio te darás cuenta que tu alma siempre está iluminada, entonces tu vida será una maravillosa canción, como la mía.

No refresques a tu cabeza que enfermará a tu cuerpo con la disciplina, con el rigor, que como toda obligación, solo traen cansancio y hastío. Y solo relajado se entra a la verdadera vida. Escúchate, la iluminación está en lo más profundo de tu ser. No obstruyas a tu inteligencia con el esfuerzo.

Y cuando te ilumines, todo se iluminará a tu alrededor. Entonces comprenderás que la vida es una fiesta y que lo que llamamos problemas son lecciones, y que todo es por algo porque nada está fuera del Todo. Es decir, que cuando veas muy adentro, verás muy afuera, tanto que verás adentro de las cosas que te rodean. Entonces naturalmente calmarás y hasta curarás.

Tienes una sola tarea: concretar tu propia naturaleza. Y para esto tienes que estar en la sociedad como si no fueras parte de ella, la sociedad que es tan mediocre y suicida que sigue apostando a cosas que nunca funcionaron ni funcionarán.

Calla tu ego que para crecer busca lo imposible, por eso te condena a un constante malestar, a un eterno desagrado que ves en todas las caras que cruzan por las calles de las ciudades del mundo. Ni comprar las mejores cosas los alegran. Hasta dentro de un Mercedes Benz y de los mejores hoteles reina el mal humor.

Y a nadie silba ni canta por las calles, excepto los vagabundos, aparentes perdedores. Recuerda: el buscador es lo buscado, el conocedor es lo conocido. Entonces la iluminación eres tú, solo tienes que darte cuenta, y para esto debes librarte de lo que te distrae de ti, es decir, de lo que te rodea.

Entonces la única religión es tu propia naturaleza, como la religión del fuego es ser caliente y la del agua ser blanda, y la del zorro ser astuto.

Detente, pero para profundizar como un sabio, no para abandonarte como un vago. Detente para iluminarte, no para empobrecerte. Detente para tomar conciencia del Todo, no para separarte, lo que además es imposible. Detente ahora para que tenga más calidad tu accionar de mañana.

Detente para adueñarte de ti, entonces ya no podrán manipularte los demás. Y de la observación renacerá tu espontaneidad que refrescará todos tus actos, que iluminará a los que te rodean.

No pierdas el tiempo con la fotografía que guarda lo muerto, ni con el espejo que es solo una repetición. Que tu mente no funcione como una cámara fotográfica, sino como un radar atento a las infinitas propuestas de la vida. Entonces desbordarás fuego, es decir, amor, que solo puede suceder cuando te conoces, porque de lo contrario, ¿con quién estará el otro?

Pero el amor no es solo relacionarte con el otro, con los otros, es un estado luminoso del ser, tan pleno que te lleva hasta sí mismo. Es más, más que enamorarse está la conciencia que uno es el mismísimo amor. Eso es realmente estar enamorado: es decir, en brazos del amor, es decir, en brazos de uno mismo.

Y la antítesis del amor es el miedo que te condena a una reiteración constante. Y el odio es el amor malentendido, una manera insalubre y vergonzosa de amar. El amor te crece y el miedo te pequeñez. El amor abre todas las puertas y el miedo las cierra. El amor confía, el miedo duda. El miedo es el infierno ahora mismo y el amor el paraíso.

Siempre es más digno que saltes al vacío, es decir, que te entregues a la aventura, a que te maten lentamente creencias heredadas, es decir, muertas. Y esa entrega a la vida es el punto más alto del amor, que es mi religión. El arte es el fruto más apreciado del amor.

Medita, busca tu centro que es el que te comunica con el universo. Profundiza: llegarás más lejos cuanto más adentro. Más afuera y tu cuerpo se manifieste, es decir, baila, canta, haz el amor que es una manera de cantar y bailar, o nadar, es de comunicarte directamente con la vida, es decir, con Dios.

Escucha todo: los pájaros, y reverencia a todas las montañas. Excítate en la selva y deja que los ríos te lleven al mar, que entre muchas maravillas tiene islas maravillosas.

En una de ellas de Causas Goya, un libre, el que quiso quedarse a su lado por la eternidad. En otra decidí nacer de nuevo, es decir, ser otra persona, y lo conseguí. En otra me esperan constantemente.

Vive todo, pero no etiquetes nada. Primero, porque la vida es una sola, es decir, incluye todo, y segundo, porque la vida es movimiento, es decir, cambia constantemente. No evites a nadie ni a nada, porque cada persona o cada flor o cada pájaro o cada piedra es una cara diferente de Dios.

Y sácate de la cabeza la idea de la seguridad, porque lo único seguro en la vida es la inseguridad, y ese peligro constante, que es la vida, es tan excitante.

Confía en ti, y esa energía te llevará al amor que te confirmará que estás en contacto con Dios, que no es ni bueno ni malo, que son inventos de los humanos, que es lisa y llanamente Dios, es decir, el padre de todo, por eso hace lo que quiere, por eso la vida es lo que es, no lo que debería.

Entonces, bendice y bendecirás a todo lugar por el que pases. Y no te esfuerces, el amor no puede ser mejorado porque es lo máximo. Y esto lo confirma que con el Dios creó al universo, pero por favor, no confundas al amor con el deseo.

Tampoco te sientas mal porque el sexo es maravilloso e independiente del amor. Tiene vida propia, encendida vida, excitante vida, riquísima vida, pletórica de juegos y sensaciones, extraordinario ejercicio para la mente, paraíso de la imaginación que pone de pie al animal que lo manifiesta como nadie.

Métete en el medio de ese círculo que, como todo círculo, es perfecto, por eso va desde la fiesta de ahora mismo a la reproducción, desde el placer inmediato a la continuidad de la especie.

La vida es generosa, por ejemplo, el sexo te hace sentir todo el cuerpo, y el amor hace que lo superes, que vueles más allá, siempre más allá. Vamos de hoguera en hoguera porque nuestra vida es un peregrinaje eterno. Por eso es ilusión que sientas que te has quedado en alguna parte o que vives con alguien para siempre, ilusión que te crea un compromiso que te asfixia.

La vida no es un valle de lágrimas. Puede ser un valle de lágrimas el amanecer; el ocaso; las playas de Cancún; la nieve de Bariloche; las uvas; el nacimiento de un niño; la danza; los carnavales de Río de Janeiro; los campeonatos mundiales de fútbol, el tenis, el golf, la Fórmula 1; la literatura; la pintura; los encuentros; los hallazgos; la voluntad que nos pone de pie todos los días; la esperanza que nos ilumina el camino en medio de la tormenta; el pan, el queso y el vino; el café con los amigos y esas espirituales que son los conciertos; los ríos que cruzan los valles; los barcos que nos trajeron a Cervantes y a Sand; los aviones que nos acercan a New York y a París; la Inglaterra de Chesterton y la Irlanda de Joyce; las esculturas de Henry Moore; el cine de Chaplin; las cigüeñas de Colmenar Viejo; las palomas de Firenze; los gatos del Coliseo Romano; los perros siberianos; los patos holandeses y los caballos argentinos.

Puede ser un valle de lágrimas el Matogrosso, San Martín de los Andes, Puerto Rico, Chicago, el jazz, los proyectos, los sueños, el deseo que embellece a la misma mujer día a día, la renuncia que nos aliviana constantemente, el permanente regreso a Buenos Aires que es el capricho de mi corazón.